lunes, 30 de abril de 2012

Bandar y Mildred III

 

-¿Estas bien? No estas bien...
No, no lo estoy.
Ella lo abrazó con fuerza. Recién dos días después de finalizada la batalla, él había accedido a bañarse y parar. Había estado organizando los arreglos de la ciudad, hablando con las familias que habían perdido integrantes en el combate, despedido comitivas, preparado cartas de agradecimiento y de promesas de comercio para los que lo habían ayudado, rendido honores a su caído hermano pese a las miradas reprobatorias de otros nobles, garantizado con sus exploradores la partida de los distintos grupos de señores, compensado económicamente a varios de sus campesinos por el esfuerzo y gasto de los días perdidos en la Ciudad por el combate. ¿Eso era todo? No, claro que no, también estuvo con el nuevo Rey para darle la despedida. Se aseguró que prepararan la mortaja para llevar al difunto monarca a Desembarco del Rey. Pidió a los más fieles de la ciudad la limpieza de su fortaleza. Organizó ritos funerarios para la mayoría de sus guerreros. Ordenó el acopio de armas y equipo: todo iba a ser refaccionado y devuelto a sus dueños, y el material capturado se repararía para la Guardia de la Noche. Veló por el bienestar general. Estaba exhausto y dormía poco, más en la ciudad que en su hogar. Así que ese día ella se lo había exigido para la familia.
La pareja no tenía situaciones de tensión, pero era difícil para ambos el momento. Habían trabajado a destajo para organizar un torneo de gran magnitud y lo lograron, pero no habían tenido tiempo para ellos, salvo alguna ocasión de rutina. Tenían por fin un tiempo juntos para darse un baño cálido.
-Vas a superar lo de Richard...
-Ya sé que lo voy a hacer... es solo que no es fácil, era mi hermano. Y aparte estoy muy cansado.
-Esto fue agotador para todos, amor.
-Sí, pero toda la situación, Rhaegar, Aerys, las comitivas, lo de Kevan, el juego político...
Ella se abrazó a él, ambos se acomodaron en el agua bien caliente de la gran tina.
-Ya todo terminó. Ahora podemos volver a nuestra vida diaria.
-No, ahora Rhaegar y Rickard me asignaron más tierras para ir tomando. Tengo que empezar a negociar alianzas, discutir con la gente, organizar.
A ella no le gustó eso.
-Y te vas a volver a ir, meses afuera organizando. Lejos de mí y de tus hijos.
-Millie, no...
-No digas más nada. Está bien, ya estoy acostumbrada. Supongo que solo podré verte de a cuentagotas.
-¡No es fácil esto! ¡Quiero dejar todo para los niños!
-¡Basta de esa mentira! ¡Lo haces por vos y por nadie más! Los chicos ya tienen una cantidad de tierras, recursos y estructura como para no necesitar más.
Él se quedó en silencio. Ella se sintió algo acongojada por el exabrupto.
-Lo siento, Bandar. Yo... no quería decirlo así, pero es la verdad.
-¿Y qué queres que haga? No puedo evitarlo. Me gusta construir, me gusta que la casa sea una casa poderosa, seria y respetada. Si no hago algo yo por el mundo, el mundo no lo va a hacer por mí.
-Ya hiciste demasiado. Tu familia y vos merecen algo de tiempo.
Él salió del agua, ofendido. Se puso la ropa y se marchó. Ella se quedó llorando en la enorme piscina de agua caliente.

..................

Los días siguientes fueron... ásperos. Ella no sabía cómo acercarse sin lastimarlo, y él estaba centrado en un montón de tareas. El diálogo entre ambos fue mínimo. Las reparaciones en la ciudad arrancaban a paso firme. Mientras él organizaba la reconstrucción, saludaba y honraba a los caídos, ella escribía las pagas, ordenaba los números para volver al correcto funcionamiento de la Casa. El torneo había sido redituable, pero no el esfuerzo por el realizado. Esa noche, se rencontraron en la cama, él había dormido los últimos dos días con sus hijos.
Acostados, se dedicaron una mirada. Él habló primero.
-¿Cuánto tiempo vamos a seguir así?
-No sé... vos sos el enojado.
-No podes decirme que no le dedico tiempo a la familia o a vos. Hace rato que salgo poco, cuando fui de tu padre no pase más de un mes y necesitaba varios. Estoy asignando gente de confianza, tratando de hacer las cosas bien...
-¡No fue eso lo que quise decir! Ya me resigné a que quieras expandirte y construir, construir y construir... es solo que quiero que te des cuenta que tus hijos te necesitan... y que yo también te necesito. Más allá del tiempo que llevamos viviendo acá, a veces me siento sola, me siento como cuando tenía diecisiete años y vine acá a casarme, no conocía a nadie ni nadie me conocía a mí. Pero vos evitaste que me quede sola y aislada, estuviste conmigo todo el tiempo. A veces quiero volver a eso.
-No podemos volver atrás, el pasado es pasado. Sé que prometí que iba a pasar más tiempo en casa, y eso intenté los últimos meses. Nadie esperaba lo del Torneo, y fue un regalo de Ser Barristan para su nuevo rey. Yo quería dedicarme al festival de la Cosecha. Y no digas que nunca estoy, no me perdí el crecimiento de las nenas, y pasó tiempo con los bebes.
-Lo sé, honestamente lo sé.
-¿Y entonces qué te molesta? ¿Que me aleje un tiempo cada tanto?
Ella bajó la cabeza y cortó el contacto visual directo.
-Es que...
-¿Qué pasa? ¿Hay algo que no se?
-Entre que te vas, entre que pasas tiempo con los chicos, todo el tema del torneo y la organización, el mudarnos de la fortaleza, toda la gente que vino, los ágapes y eventos... no tuvimos tiempo para nosotros. Vos y yo. Sí, yacimos juntos, hicimos el amor, pero no estuvimos solos. Por eso extraño cuando éramos chicos. Era tiempo para nosotros. Salíamos a pasear, comíamos frente al arciano, cabalgábamos a la vera del río. Sentir la brisa del viento en el pelo, que me traigas una flor, que me digas cosas lindas...
Él no la dejó terminar de hablar. Había entendido todo. El tiempo, el esfuerzo, el trabajo. Ella era una flor, y si solo se fijaban en el polén, nunca habría de apreciarse la belleza de sus pétalos, la caricia del tallo o las férreas raíces.  Él la tenía atada a las finanzas, a la maternidad. Quizás en su pasión por incrementar la fortaleza de la casa había olvidado la sencillez del alma.
-Prometo cambiar. En serio.
Ella derramaba unas lágrimas.
-No quiero que cambies. Quiero que tengas tiempo para mí. No quiero estar siempre encerrada en mi estudio haciendo cuentas. Quiero recuperar a mi marido.
-Mildred… me puedo alejar para arreglar cosas, pero mi corazón está siempre acá. Sí, soy soberbio, quiero dejar un legado, que la gente se acuerde de mí, pero también lo hago porque es lo correcto. Porque ser noble no es fiestas y política, es cuidar a su pueblo, mejorar la vida de todos, es tener nobleza. Sé que ya sabes todo eso… pero si, descuidé muchas cosas de nosotros. Tendría que haber sido más un marido y no tanto un señor. Prometo cambiar eso.
Ella sonrió. Él también. Esa noche se buscaron con amor el uno al otro.

..................

Unos días después estaban saliendo a pasear a uno de los poblados y frondosos bosques de arces rojos y amarillos. Tenían preparada comida, y Yony había asignado unos guardias que los iban a custodiar a cierta distancia, por si las dudas, ya que todavía había algunos bárbaros pululando. Era una salida de un día, Mailén se encargaría de las niñas. La ciudad marchaba a paso firme. Cuando cruzaron la puerta, uno de los muchachos de la guarnición los despidió en la puerta.
-Gran batalla, mi señor. Usted sostuvo el frente prácticamente solo. Fue un honor pelear a su lado. Que tenga un buen paseo.
Él tragó saliva. Nunca le había dicho a ella que había peleado en el frente. La mirada de ella revelaba un estado de furia importante.
-¿El frente?
-Esteee... hay una explicación perfectamente razonable para ello...



1 comentario:

  1. Hola chicos! Los premié a todos a los Liebster Blogs:
    http://nataliapetti.blogspot.com.ar/2012/05/liebster-blog.html

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