martes, 27 de diciembre de 2011

Frank: Descarga

Lady Lythene Blackstorm

El sonido de la trompada contra la cara del pobre viajero que había parado en la taberna se escuchó en toda la cabaña.
"Ehhhhhh"
-Vamos, vamos, ¿no querías pelear?
Ambos estaban borrachos, la cerveza había corrido como si fuera agua de un río, para Frank ya era normal, el viajero... solo tuvo mala suerte.
Otra trompada más y el viajero quedó inconsciente en el suelo, los hombres de la taberna vitoreaban a su campeón...
-¡Cerveza para todos!
"Ehhhhhhhhhh"
"Salud por Ser Frank!!"
"Salud!"

Un caballero. No era un buen ejemplo de un caballero, tampoco era un buen ejemplo para Kevan, ¿cuántas veces lo había sacado de la taberna casi inconsciente? Sabía que no estaba bien lo que hacía, él nunca había hecho eso antes de...
Pero lo único que podía hacer más amenas las noches era el alcohol, las noches eran siempre lo más difícil, en el día se distraía trabajando, pero cuando bajaba el sol, esos momentos en que en épocas mejores ella lo esperaba en la casa para cenar juntos y contarse lo que habían hecho durante el día... esos momentos eran los peores. Solo el alcohol y las mujeres le permitían sobrevivir esas horas.
Cuando no tenía aunque sea una de esas cosas, su humor iba empeorando, hasta que la cólera lo invadía y empezaba a romper todo, o quizás empezaba a golpear a viajeros en la taberna. Claro que esos golpes eran para él mismo, no estaba pegándole a desconocidos, estaba pegándole a su reflejo, pero ese reflejo nunca caía, era una pelea constante, una y otra vez se levantaba.

Bandar le pedía en sus mensajes que le enviara a Selina, cómo si él supiera donde se hubiera metido ¿Por qué tenía que saber él donde estaba Selina?
Hacía ya tres semanas que no regresaba, y no solo estaba ansioso porque Bandar se había ido a perseguir criaturas no muertas, sino porque le estaba empezando a preocupar...
Cuando la vio junto al caballero le dieron ganas de golpearla, ¿cómo podía llegar tan campante después de tres semana sin dar señales de vida? Su señor había solicitado su presencia... y justo cuando iba a ir a buscarla... como si él tuviera que perder el tiempo en esas cosas...
Había estado un mes completo durmiendo con ella, sin embargo no había llegado a sentir absolutamente nada, nada, quizás él también fuera una de esas criaturas no muertas ahora. Un humano sin posibilidad de sentir no es un humano. Pero sí había sentido algo al final, ganas de golpearla...

Whitewing se posó en el hombro de su dueño.
"Amigo, creo que sos el único que me entiende..."
Claro quizás todos creen que es igual a su padre, él siempre iba a las tabernas, se acostaba con las mejores prostitutas, pero él jamás lo hizo, no necesitó hacerlo, jamás estuvo con otra mujer que no fuera su esposa. Había jurado que él no iba a tener la misma vida que su padre, qué irónico, el destino lo había hecho caer en lo mismo. Solo tuvieron que arrebatarle lo único que le importaba en el mundo.
Claro, culpar a otro era más fácil, pero ¿de quién era la culpa? ¿Del destino? Maldito seas...
Tres, cuatro, cinco jarras... Whitewing lo había dejado solo y así era mejor, así si le pasaba algo a su amigo no sufriría después, ya había sufrido suficiente...
Una muerte en vida, sí, él sabía como eso se sentía. Esas cosas que caminaban en la oscuridad y se arrastraban bajo las sombras de un enigmático hechizo... así era él, vivía arrastrándose, obligándose a seguir adelante día tras día... ¿por qué lo seguía haciendo? ¿Por su primo, por la lealtad a su casa? Quizás solo fuera porque no tenía más opción, él estaba aquí y ella no, y así iba a seguir siendo hasta su muerte...

Un nuevo día, el sol entró por la ventana, una vez más se despertó en su habitación de la fortaleza. Kevan todavía dormía, seguramente lo había arrastrado hacia allí, que patético... se preguntó cómo Selina había aguantado un mes viéndolo borracho noche tras noche... Un nuevo día empezaba, con el sol la oscuridad de la noche parecía haber quedado atrás. Había mucho que hacer, ahora que Bandar había vuelto, seguramente iba a querer acelerar la construcción de la muralla, tanto la de Trono del Relámpago como la del Altar de las Tormentas. Le gustaba la nueva fortaleza, tenía ganas de asentarse allí, y no solo por las chicas que llegaron con los soldados de Tyrell, sino porque le gustaba mucho ver las montañas desde allí... Ver la inmesidad de las montañas, la pequeñez de los animales, los árboles, los ríos y la nieve... ver los regalos de los siete dioses lo hacían sentirse vivo. Y vivo se sentía al trabajar, al sentir el sudor correr por su espalda, al sentir el golpe del martillo contra la madera, al entrenar a sus hombres. Sentía en esos momentos que estar vivo no era en vano...

Pero solo era cuestión de tiempo para que volviera a anochecer, una vez más el sol se ocultó en el horizonte y una vez más con la muerte del día él volvía a morir, una y otra vez...

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