domingo, 11 de marzo de 2012

Flores Blancas y Amarillas



Me despertaron los golpes en la puerta. Miré alrededor, todo estaba roto, había destrozado nuestra casa, el comedor donde tantos días habíamos comido juntos, los jarrones que Lythene siempre llenaba de flores.
-¡Frank! ¡Frank! Abre esta puerta o te juro que…
Abrí la puerta, seguramente tenía un aspecto miserable. Había vuelto del campo de batalla, había viajado días, lo más rápido que había podido para llegar hasta ella…
-¿Por qué? ¿Por qué nadie me avisó?...
-¿Qué sentido hubiera tenido decírtelo? Ella ya había muerto.
-Quiero verla, quiero ver su tumba y la de mi hijo.
-No puedes verla, quiero que te vayas de aquí, ahora.
-Quiero verla, ella era mi mujer, por todos los dioses te pido por favor que me dejes despedirme de ella…
Detrás de él había aparecido el hombre que más me odiaba de todo poniente.
-No tienes derecho a verla, todo esto fue tu culpa, sino te hubieras ido ella estaría con vida. Si nunca te hubieras casado con ella esto no hubiera pasado.
No fue consciente, lo golpeé y estoy seguro que le rompí la nariz, y si el padre de Lythene no me hubiera pegado a mí seguramente lo hubiera matado a golpes.
-¡Frank! ¡Quiero que te vayas, ahora! No eres bienvenido en esta casa, ni en ninguna otra donde el recuerdo de mi hija esté presente ¡Vete y no quiero volver a verte en lo que me resta de vida!

*****

-Ser Frank… Ser Frank…
Conocía esa voz… era de la mujer que había trabajado en nuestra casa, una dama de compañía de Lythene. La miré, era ella, ¿tan cerca estaba todavía de la ciudad? Me habían parecido siglos…
-Venga Ser Frank, estamos cerca de mi casa…
Me tomó debajo del brazo y me llevó hasta una cabaña, era simple, de madera y techo de paja. Adentro hacía calor, afuera hacía mucho frío, mucho más frío que el que recordaba cuando me había ido.
-Siéntese, le traeré algo de comer y de tomar.
-No quiero comer, solo aceptaré un poco de agua…
No sabía cuantos días habían pasado, solo sabía que ya no me importaba.
-Lo siento mucho Ser Frank…
Y en ese momento empecé a llorar, no había llorado, solo había reaccionado violentamente, no me habían dejado llorar sobre su tumba…
-Llore, le hará bien llorar…
-No me dejaron verla, no me dejaron ni siquiera despedirme de ella…
-Eso se puede arreglar…
Tomé el agua que me dio, no era agua, era alguna especie de té que me dio energías.
-Mañana iremos, siempre hay procesiones hasta la tumba de Lythene, la gente siempre recuerda su bondad y la va a ver, le dejan flores y otros recuerdos, podrá entrar con ellos.
Al día siguiente ella me llevó al cementerio, los soldados de Frey en doble fila custodiaban la entrada, pero dejaban entrar a la gente del pueblo.
“La señorita Lythene fue la que me ayudó a conseguir leche para ustedes” le decía una señora a sus pequeños “Ahora nosotros la visitaremos y le llevaremos flores”.
“Lythene Frey. Amada hija, querida prima. El sol de la casa Frey”
Dejé las flores sobre la reciente tumba. Flores blancas y amarillas, sus favoritas.
Ella era una Blackstorm, no una Frey, había sido mi esposa y llevaba el apellido de mi casa… Nada decía de mi hijo, ¿por qué? Él también estaba allí, él también había muerto.
Jamás, jamás sentí tanto dolor como ese día, jamás.
Ese día supe que nunca más iba a estar completo, hasta el día de mi muerte…
No sé cuánto tiempo lloré allí, en un momento la mujer me tomó debajo del brazo y me dijo.
-Ser Frank, vamos, ya van a cerrar. No querrá quedarse aquí, ella no lo hubiera querido. Venga, tengo algo más para usted, disculpe por no habérselo dado antes, tenía miedo de cómo podía reaccionar, escuché lo que pasó… y tenía miedo. Pero ya no lo tengo.
Sacó un sobre y me lo entregó.
-Es para usted.

“Mi amor. Estoy por llegar al fin de mis días. Estoy segura, nadie quiere decírmelo pero lo sé. Me dijeron que podían ayudarme si decidía abandonar al bebé, pero no voy a hacerlo, no puedo, y no podría vivir sabiendo que hay una oportunidad para él. Supongo que nunca lo sabré… Quiero pedirte perdón Frank, perdón… si esto sale mal te voy a dejar solo ¿pero qué otra opción tengo? No puedo permitir que nuestro hijo muera. No puedo dejarle esta carta a papá, él te culpa por lo que está pasando, pero es solo porque no tiene a nadie más a quien culpar… Perdonalo… No es tu culpa Frank, pase lo que pase no me arrepiento de nada, de haberme casado con vos, de los días que vivimos juntos… no me arrepiento porque te amo y aunque la flama de este amor tenga que apagarse pronto, no me arrepiento. Tengo que pedirte un favor, y sé que soy muy egoísta al hacerlo, pero quiero que vivas, quiero que seas feliz, que vuelvas a casarte, que tengas muchos hijos, que los veas crecer, correr, llorar, que los puedas abrazar. Yo no podré hacerlo, pero tú sí podrás. Por favor Frank, tenés que seguir viviendo, tenés que vivir lo que yo no voy a poder vivir. Quiero saber que al menos uno de los dos lo hará. Ojalá que eso sea junto a nuestro hijo, y si no puede ser, que sea con alguien más. Te amo Frank, siempre te voy a amar, y estoy segura que nos vamos a volver a encontrar, en algún momento, en algún lugar, te voy a volver a encontrar. Adiós, mi amor.”

En la tormenta...


En la noche obscura un lobo le aúllo a la luna y ella se despertó sobresaltada.

¡VENIAN!

Se levanto y huyo de las pisadas que oía cada vez más cercana.

¡VENIAN!

¿A dónde esconderse? ¿Dónde no la hallarían?

¡EL PANTANO! ¡Sí!, allí su olor se mezclaría con el aroma a podredumbre y estaría a salvo.

Los lobos seguían su rastro, pero no la alcanzarían, ella era más veloz.

Un relámpago le aclaro el camino… Debía apurarse, llegar al pantano antes que la tormenta se pusiera en su contra.

Trono la tierra y el agua la empapo en un segundo.

El barro comenzó a pintarla de marrón y hacerle más difícil en paso.

Jadeante llego a una suave colina, donde pudo esconderse y verlos pasar.

Eran una manada pequeña y aún así, le erizaban los pelos… Ellos no olían… Y lo que no despedía aroma, ¿cómo podía ser identificado?

Se agazapo entre los matorrales y hojas caídas, arrastrándose para tomar distancia, para alejarse de ellos.

Cuando se sintió medianamente segura, dio un brinco y redoblo sus esfuerzos para llegar al refugio.

Un látigo de luz abatió a un antiguo pino, cegándola de inmediato.

¡FUEGO!

El humo le invadía los pulmones y sus delicados ojos verdes.

Estaba asfixiándose en la obscuridad… ¡indefensa!

Escucho gruñidos y ramitas partiéndose a su lado.

Se dispuso en posición de ataque y trato de gruñir, para confundir al enemigo… Lo único que pudo emitir fue un vago ronroneo afónico.

Sintió una brisa sobre su cabeza y un golpe sordo, seguido de más gruñidos y sonidos de masticación.

Confundida pero lista para alejarse del peligro, repto hasta que pudo recuperar la vista y el aire.

El lobo estaba ahí, a unos metros de ella, sentado sobre sus cuartos traseros y limpiándose con las patas el hocico, sin dejar de observarla.

Detrás de él se veía los restos de su blanca presa.

Inquieta sopeso la forma de escapar de la situación, no le agradaba estar cerca de “eso”.

El lobo se levanto dirigiéndose hacia donde estaba, inundando sus fosas nasales con su olor a transpiración.

Ella lo miro con cautela, estudiando su tamaño, musculatura, dientes, ojos y pelaje dorados… Era joven, casi un cachorro y sin embargo, con la calma y frialdad suficiente para enfrentar a “eso”, eso que no tenia olor, eso que seguramente se levantaría más tarde… Pero ella se aseguraría de no estar allí para comprobarlo.

El lobo la rodeo sin apuros bajo la lluvia, cerrando cada vez más el círculo.

¡SUFICIENTE!.

Le mostró las uñas y los dientes.

Él dio un pequeño saltito hacia atrás y se estiro, apoyándose en sus patas delanteras, removiendo la cabeza juguetonamente.

¡MAS QUE SUFICIENTE!

Se levanto y dándole una ultima mirada al cachorro, se marcho… seguida por él.

Fastidiada empezó a correr y él la imitó.

Esto no iba bien…

Trepo roca tras roca y así logro poner distancia.

Un aullido lejano trono en la tormenta y la bola de pelos dejó de perseguirla.

Lo vio partir al sur, seguramente pasaría al lado de “eso”.

Le sorprendía que no lo pusiera nervioso enfrentar a esa cosa, ni estar mojado, ni el frío en los huesos.

Tal vez era porque él pertenecía allí y ella no.

¿Y a dónde pertenecía entonces?

¿Al sur? ¿Al calor?

Recordaba vagamente el calor, las risas, las melodías, las sedas, las joyas… las pupilas esmeraldas y afiladas de los leones que la miraban desde su elegante e inalcanzable roca.

¿Ella pertenecía a los leones?

¿Ella era parte de la manada?

Se pregunto si los leones atacarían a lo desconocido en medio de la tormenta.

Se oculto en una cueva cercana a la zona pantanosa.

Dejo caer los parpados agotados, sin poder conciliar el sueño.

Tenía miedo.

Miedo a lo que vagaba por los bosques, sin olor.

Miedo a lo que le harían si ella se dormía.

Miedo a…

Un aullido la despertó.

Estaba durmiendo con la mitad del cuerpo sobre la mesa del comedor.

Se había dormido sentada mientras trataba de ingerir algún alimento, más que nada para complacer a Ser Ector que había insistido.

Rowan no podía comer nada desde… desde…que…

Otro aullido.

Tembló y se abrazo.

Alguien le puso una mano en el hombro y ella salto literalmente de la silla.

Era uno de sus caballeros que le alcanzaba un pañuelo para que se limpiara el rostro lleno de restos de pastel de carne.

- ¿Dónde esta Ser…?-

- Ser Ector fue ayudar, Señora.

- ¡Ah! Claro… -dijo en un susurro.

Otro aullido la hizo mirar hacia la ventana.

- Pronto terminaran, Señora, no se preocupe.

- ¿Terminar con qué?- pregunto atontada.

- Con las amputaciones.

Como un millón de cuervos, los recuerdos de las últimas noches vividas le golpearon en el pecho.

Se debatió entre la inconciencia y la vigilia, aferrándose a la mesa.

La pelea estaba perdida.

El sueño era mejor y tal vez, más seguro.

Pero sólo tal vez.

sábado, 10 de marzo de 2012

Solo quedan tres

Cuando terminó la batalla para la fortaleza de Trono del Relámpago no terminó para nosotros. Había que seguir a esos tres no muertos porque si no los encontrábamos iban a reunir otro ejército y esto iba a volver a pasar. Más personas iban a perder a su familia, más esfuerzos se iban a desperdiciar, no podía permitir eso…
-Tenemos que ir a buscarlos…
Bandar tenía la misma mirada que yo. Subimos rápido a nuestros caballos, los guerreros  que aún podían combatir y que me habían seguido desde King’s Landing vinieron con nosotros, al igual que Kevan.
Llegamos hasta el bosque, el pantano estaba congelado, en el centro había una cabaña, extrañamente similar a la posada en la que habíamos estado en las montañas al regresar de los territorios de Lord Stonehouse.
Bandar, Richard y Kevan llegaron primero y atacaron al Herrero, mientras me acercaba para ayudar después de acomodar a los muchachos alrededor de la posada, vi que uno más de ellos estaba en el techo, arrojó un trapo con una criatura dentro, una niña, estaba herida. Dejé a uno de los muchachos que sabía curar con ella y traté de seguir al hombre pero desapareció.
Luego me enteré que esa niña era “La Vieja Mujer” y que Bandar había terminado con ella, luego de que ella matara al pobre muchacho. Había pensado que podía ser una trampa, pero no podía atacar a un niño… y menos si era un bebé… la visión no me ayudó para nada y unos recuerdos que nunca existieron pero siempre estuvieron presentes en mi mente volvieron…  Después de mucho tiempo recordé que jamás había sabido si mi hijo había sido varón o mujer…
Cuando entramos noté que la posada era exactamente igual por dentro a la otra, y eso no me gustó nada. Revisé la cocina primero, adentro había uno de esas horribles criaturas devorando insectos, si estaba allí o no realmente no lo sé, solo trabé la puerta.
Les pedí que traben las salidas porque ya sabían dónde estaban y nos dirigimos hacia el túnel que iba por debajo, pero lamentablemente sabía que había salidas conectadas a las torres así que le pedí a Richard que las vigilara. Kevan estaba conmigo y avanzamos hasta que llegamos a una encrucijada de dos caminos y llamé a los demás. Kevan se quedó y Bandar y yo avanzamos.
Arriba Richard se encargó de la otra mujer “La Madre” y esa fue la tercera de las burlas que cayó ese día. Pero la posada seguía allí, eso significaba que había otro, no sabía dónde pero seguimos avanzando.
En un cuarto encontramos unas joyas, no me gustó nada que Bandar se las quedara, pero tampoco podía impedírselo. Me entregó una piedra azul, me dijo que se iba a congelar si ellos se acercaban. La puse sobre mi pecho y seguimos avanzando. Sentí cuando empezó a hacer más frío.
Cuando salimos de allí, había muchos de esos no muertos, demasiados… y habían herido a Bandar en el hombro… en un momento pensé en ir hacia él para matarlo, pero no, no podía hacerlo, no podía arriesgar a Bandar. Decidí volver atrás y trabar la puerta. El cuarto escapó, sin que pudiéramos hacer demasiado.
La cabaña desapareció, así como había aparecido y heridos y con catorce bajas de los soldados de Barristan regresamos a la ciudad. Ahora solo quedaban tres, el Padre, La Bella Mujer y el Desconocido.
Cuando llegamos a Trono ver la ciudad así nos destruyó… había todavía humo en algunos lugares, cadáveres en el suelo y soldados heridos siendo tratados por la gente de apoyo de Bandar. Me dio mucha bronca estar sano y sin ninguna herida, pero así era mejor, iba a poder ayudar a los que lo necesitaran. Lo primero que hice fue buscar a Selina, vi que estaba asistiendo a uno de sus hombres, eso me dejó más tranquilo, verla allí, como siempre. Me metí en la ciudad y comencé a asistir a los heridos.  Estaban llevando a uno de los soldados cuando sentí un golpe en mi cabeza.
-¡Ey!- me toqué donde me habían pegado.
-¿¡¿¡Querés dejar de hacer eso!?!?- era la voz de Selina y  parecía bastante enfadada. Sin salir de la posición en la que estaba, acuclillado en el suelo, le dije:
-Pensé que me ibas a recibir con un abrazo, no con un golpe…- me volví a restregar la cabeza donde me había pegado.
-Tenés razón...- me dio otro golpe pero esta vez sin tanta fuerza- con uno no alcanza...
Me reí y la abracé, ella me acarició la cabeza. Tenía mi oreja pegada a su panza.

“Se va a llamar Donovan”
“Como tu maestro…”
“Así es, mi maestro y padre”
Lythene estaba sentada en el pasto con la espalda contra un enorme árbol arciano, ella creía en los antiguos dioses. Yo estaba acostado con mi cabeza apoyada en su vientre. Ese fue uno de los días más cálidos que recuerdo aquí en el Norte, Lythene tenía puesto un hermoso vestido floreado.
“Bueno, entonces si es niña se llamará Katherine, como mamá”
“Estoy de acuerdo, me gusta mucho ese nombre”

Me quedé un rato abrazado a Selina pensando si podía ser verdad que ella estuviera embarazada… no me preocupaba eso en absoluto… pero sí me daba miedo. Ella me acarició el pelo y me hizo algunos mimos. Yo solo le pregunté:
-¿Estás bien?
-Sí, estoy bien. ¿Vos? ¿No te hicieron nada?
-No, estoy bien
Me paré la miré a los ojos y la besé.
-Perdón, tenía que ir. No podía permitir que volvieran con otro ejército.
-Tonto... no tenés que hacer todo vos solo...
-No estuve solo
-Sabes lo que te estoy diciendo, ¡deja de dejarme atrás como si fuera una princesita en una torre que no sabe limpiarse el culo!
Después de decir eso se quedó callada.
-Soy la mejor arquera de todo trono, sé cuidarme, no soy ninguna dama de compañía.
-Lo sé, pero teníamos que actuar rápido, o se iban a escapar otra vez... Sé que prometí no dejarte sola, y no lo voy a hacer, pero algunas veces, cuando sea para protegerlos voy a tener que hacerlo.
La miré para ver qué cara ponía a esa última frase, pero no parecía enojada, más bien estaba feliz.
-Espero que lo puedas entender- finalicé.
-Lo entiendo- dijo a regañadientes- lo que no me gusta es que no me digas nada...
-A veces no va a haber tiempo para que te lo diga... Ser un caballero tiene un precio, la mayoría de las veces no podemos pensar en nosotros- sonreí - La mayoría de las veces tendemos a pensar primero en los demás.
-¿Te acordás que hable con Bandar cuando volvimos?- me preguntó.
-Sí
-¿Sabes que me dijo?
-Mmmmm ¿que te iba a clavar en un gancho?
-No...- dijo haciendo memoria- dijo que debería pensar en casarme con uno de esos estúpidos caballeros.
-Estúpidos caballeros... con Kevan no te podés casar porque ya está prometido con Lady Stark, y con William tampoco porque ya está casado... Y yo no soy estúpido así que eso cierra las cuentas.
Cuando vi su expresión no pude evitar reírme.
-¿Quizá con el Lockseley? ¿habrá querido decir eso?
-¿Locksley era caballero?
Ella me soltó y se cruzó de brazos dándome la espalda. Yo la abracé por detrás.
-No hace gala de su título- continué.
-Debería juntar mis cosas, es un viaje largo hasta allá…
-Primero vas a tener que soltarte.
La tenía agarrada bien fuerte para que no se pudiera soltar, pero no parecía con intenciones de querer hacerlo. La besé en el cuello y ella se empezó a reír.
-Bueno, sino te podés soltar te vas a tener que seguir quedando conmigo, una lástima, pero Locksley se tendrá que buscar otra esposa- dije.
-ufff no sabes la lástima que me da
Me reí mientras ella se acurrucó entre mis brazos.
-¿Cuándo vas a ir a buscar a Anthony?- me preguntó.
-Cuando terminemos de atender a los heridos vamos a volver a Altar. Él está ahí, Mailen lo llevó cuando evacuaron Trono.
-Cuando volvamos a casa, espero unas buenas disculpas, regalos, y todo eso.
-Ya te pedí perdón, así que eso ya lo cumplí, y en cuanto a regalos, bueno, supongo que puedo comprarte algo... aunque no soy bueno para esas cosas...
-Creeme que todavía no me perdiste perdón como deberías
-¿Y cómo debería?
-Un buen vino, una cama caliente y perfumada... telas suaves.... creo que con el resto te las vas a ingeniar
-Ah eso me recuerda... ya debería estar terminada nuestra casa y nuestra habitación... creo que te va a gustar.
Quería volver a casa, seguir trabajando en la construcción, entrenar a Anthony, después de muchos años, una vez más tenía un hogar al que regresar.

Reflexiones de Bandar

Había tanto para hacer, que parecía ser algo de nunca acabar. Prometí a Mildred cortar el trabajo cuando todo quedara más o menos concluido, pero ella tiene razón: nunca terminará. Igualmente hay que ir definiendo prioridades por orden de importancia.

Lo principal es encontrar a los tres señores de la guerra que quedan y terminar el tema de la espada y las gemas. Ahora hay una situación mucho mejor: con la tregua entre Lord Edward y Alda, que aparte serían amantes, los dos podrán dedicarse a custodiar mejor las fronteras de la tierra. Lo mejor es que Lord Edward estaba visiblemente contento con el hecho de que su ciudad creciera, con el hecho de tener gente para liderar, para representar su rol de noble y acabar una guerra de asedio que lo estaba volviendo loco. Y eso pese a su bronca y reticencia. Mi suegro es un buen hombre, solo que necesitaba un empujón, buscar una solución distinta a guerrear y guerrear. Y Alda al menos puede tener paz y negociar mejoras para su pueblo desde una posición más importante.

El camino a Stonehouse está en desarrollo y va muy bien, así que es cuestión de tiempo de empezar a formar una cadena comercial y revitalizar las tierras del suegro. Cuando pueda voy a instruir una unidad de ingenieros-apoyo para regalarle, le ayudaran a construir las mejoras necesarias y a su vez tener especialistas para tener casas de curación. Y en el mejor de los casos pueden manejar armas de asedio.

En Trono está desarrollándose el monumento, los astilleros y las barracas para la unidad de ingenieros-apoyo de la ciudad. Ellos son los encargados del trabajo, de las curaciones y del progreso urbano de la ciudad en coordinación con Luka. Así que la ciudad marcha óptima. Los astilleros nos permitirán desarrollar una flota pesquera y barcos con capacidad de defensa y comercio. Hay que finalizar el problema de los no-muertos de una vez por todas para centrarse en la expansión que quiero realizar.

Temas políticos:
* Finalizar el asunto de la boda de Kevan Tyrell con Lianna Stark. Al ser padrino, y ser Kevan un caballero a mi servicio, daría un gran redito político.

* Actuar de celestino para Rowan Lannister. ¿Sus candidatos? Jaime Lannister -podría ser un gran caballero a mi servicio si le interesa... es muy difícil dada su posición de hijo de la Mano del Rey- y Eddard Stark -sería un buen trato Norte-Occidente, que cimentaría bastante el incipiente comercio que estamos generando con los demás reinos-. Esta claro que la decisión final la tiene el padre de Rowan, pero se puede organizar algo.

* Vendría bien a colación del Festival de la Cosecha que quiero organizar en meses. Podríamos hacer un torneo local en el Norte e invitar también a Jaime Lannister. El premio ya lo tenemos, pero está todo supeditado a finalizar el conflicto con los caminantes blancos.

Expansiones:
* Juntar una buena cámada de colonos para establecer dos o tres aldeas menores que vayan creciendo de a poco. La futura colonia cerca de la finca de Kevan Tyrell podría servir como línea comercial y embarcadero de granos y productos agrícolas.

* Hay que aprovechar los otros ríos y las montañas, así que una ciudad bastante al este de la Torre de Arqueros, construida con esta que realmente con la formación de Altar está bastante en desuso. Altar necesita mayores volumenes de gente, hasta convertirse en una ciudad. Con el crecimiento de Trono, será necesario empezar a darle fuerza a otras aldeas y expandir los dominios de la casa.

* Mejorar la seguridad interna. Las unidades bárbaras causaron conflictos y todavía quedan células. Así que es necesario empezar a mejorar la seguridad. Poner leyes fuertes, guardias pueblerinas que controlen un poco el orden. En Trono van a quedar 400 hombres de la milicia, ellos podrán poner en vereda la ciudad. Altar cuenta con 200 milicianos, entre la caballería, arqueros e ingenieros, que tendrán al pueblo en control. Pero es prudente empezar a pensar en una guarnición.

Extraño volver a casa, extraño a mi mujer y a mis cinco hijos, casi ni vi a Nathan y a Beatrix. Y a Christopher lo conozco muy poco también. Es que hay tanto para hacer...

Batalla en Trono del Relámpago

Nueve meses recorrí poniente, nueve meses fueron necesarios para reunir esa joya. Bandar le decía "La Joda de Frank". Yo le decía "Mi error, mi estupidez", el último error de muchos que había cometido durante esos diez últimos años. Y fue el peor de todos... había puesto en peligro a nuestro señor, a toda la casa Blackstorm, a Selina, y aunque eso me importara poco ahora, a mí mismo.
Cuando llegué la ciudad estaba vacía, no había nadie allí, solo los soldados con sus armaduras listos para combatir, algunos jóvenes que no conocía y algunos viejos que ya tenían más batallas encima que yo que había peleado en las guerras. Habían venido tres, pero en total eran siete, la mujer vieja, el herrero, el desconocido, la bella mujer, el noble, el padre y el guerrero, versiones alteradas y corruptas de los siete dioses. Quedaban seis, ya habíamos matado al guerrero, el día de la batalla frente a las puertas de la ciudad, cuando todavía no estaban ni reforzadas las murallas.
Mi error estaba saliendo caro... Bandar estaba cansado, Mildred junto a los niños habían sido evacuados, y a mí no me hacía caso. Dormía poco y estaba todo el día pendiente de la inminente llegada de los tres que vendrían a reclamar su joya.
Ahora estaba dividida en dos partes, una la tenía yo, la otra la tenía él.
Cuando avanzaron Bandar enseguida lo supo, primero no supe cómo, luego vi que tenía una gema que le permitía sentirlos porque se ponía muy fría cuando se acercaban. Bandar dijo que iba a negociar, que me llamaría para que le entregara la otra parte de la joya, pero una vez más insistió en ir solo, así que lo esperé en las puertas, tratando de verlo a través de la neblina que desprendían esos malditos.
No sé qué hablaron pero cuando regresó a pedirme la segunda parte de la joya Withewing se inquietó, tanto que comenzó a lastimarme la mano traspasando la armadura con su pico. Le di la gema a Bandar y traté de tranquilizarlo. Quizás sentía mi propia intranquilidad, a mí tampoco me gustaba que les entregara lo que estaban buscando, pero tampoco podía ir en contra de mi primo.
Poco después Bandar volvió, tenía todavía la mitad de la piedra. Dijo que no había trato, que íbamos a pelear por la ciudad. Subimos todos a la muralla. Yo estaba sobre las puertas con Richard que empezó a impartir órdenes, al igual que Bandar.
Hacía mucho que no sentía la espera, siempre había sido lo peor para mí, lo que más me costaba hacer en una batalla, esperar mi turno mientras los demás cubrían su posición. Mi maestro me lo había dicho muchas veces: "Tienes que esperar Frank, no siempre será tu turno en la batalla", y yo odiaba esperar... hasta que lo aprendí, aunque no por eso dejaba de odiarlo.
El enemigo era numeroso, muchas unidades intentaban subir por la pendiente que llevaba a las murallas, estaban en terreno desventajoso, nosotros teníamos las de ganar, pero ellos, eran muchos. Las catapultas, los arqueros y los escorpiones hicieron el primer trabajo, pero los gigantes avanzaron hasta las puertas y empezaron a romperla a espadazos. Cuando vi eso bajé de arriba de la muralla para liderar la resistencia de la puerta.
Escuché los embates uno a uno, cinco, diez, quince, veinte golpes, y la puerta cedió. Por fin vi a uno de esos gigantes, pero no avanzó, se quedó en las puertas, parecía con intenciones de hacer alguna especie de hechizo... no sabía si iba dirigido a nosotros o a hacer un agujero más grande en las puertas... No lo dejé hacerlo, avancé y lo derribé para luego gritar la orden de que empezaran a poner obstáculos donde habían hecho el agujero. Ayudé a acomodar piedras, maderas y picas para que les fuera más difícil el trabajo de entrar. En esos momentos no sabía donde estaba Bandar, pero sabía que Richard estaba con él por eso me quedé tranquilo... pero Selina, no la había visto desde que tiraron abajo la puerta, sabía que estaba con los batidores pero no podía estar tranquilo...
Poco a poco empezaron a mover los obstáculos y comenzaron a entrar. Nuestra leva y la de los Stark, junto a la caballería de Kevan empezaron a masacrarlos adentro... y nosotros fuimos masacrados por ellos. Eran más, estaban mejor equipados y que entraran a la ciudad fue su mayor logro, porque diezmaron una unidad completa de nuestros hombres y castigaron a las demás... Si eso seguía así nos iban a matar a todos... no podía permitirlo. Entre esas personas estaban nuestros hombres, soldados dispuestos a morir por la ciudad, campesinos que habían decidido entrenar para poder defender la ciudad en caso de necesidad, eran hombres y mujeres que tenían familias que no los iban a ver más si esos malditos destruían todo. No podía permitir que eso pase.
-¡Soldados de Barristan! ¡Cúbranme! ¡Voy a ir por la caballería!
Mi segundo maestro Ser Barristan, me había entregado en custodia a veinte de sus soldados, no había podido venir él a asistirnos porque ya lo habían nombrado parte de la Guardia Real, pero aún así, nuestro lazo del pasado había sido tan fuerte que no quiso que me fuera de allí sin una ayuda. Él me había nombrado caballero, yo lo admiraba tanto como a mi maestro.
La caballería estaba en formación de punta de flecha, pero estaban de espaldas a nosotros, esperando terminar el trabajo de destruir a nuestros hombres. Avancé rápido, con los caballeros de Barristan a mis flancos y entré como una flecha en la retaguardia de la caballería enemiga. La dividí en dos con la carga y los soldados de Barristan barrieron a los que quedaron a los flancos... soy sincero, no sé cuantos maté, ni de cuantos mataron ellos, el campo de batalla era un reguero de sangre cuando hicimos la primera pasada, un campo de cadáveres de caballos y soldados por igual.
En ese momento vi que Bandar y Richard estaban combatiendo en el medio del campo de Batalla, estaban bien, aniquilando a los últimos enemigos que quedaban, los tres no habían aparecido.
Nadie pensaba que eso era una victoria, nadie pensaba que habíamos ganado, muchos de nuestros hombres estaban muertos, y sus familias jamás volverían a verlos...
-Tenemos que ir a buscarlos.
Las miradas de Bandar y de Richard eran las mismas que la mía, íbamos a ir a cazarlos, no íbamos a dejar que nos hicieran eso otra vez y volvieran con más soldados.
Salimos los tres, diez soldados de Barristan nos siguieron al pantano.
Cuando salí de la ciudad, no sabía si Selina estaba viva o no, teníamos que actuar rápido o no ibamos a encontrarlos, la batalla todavía no terminaba... para un Blackstorm dejar escapar a un enemigo que podía venir con más tropas no era un trabajo terminado, y los trabajos que los Blackstorm empezaban siempre se terminaban.

Entrenamiento

Me desperté abrazado a Selina, esa situación era bastante extraña, no me sentía mal por los efectos del alcohol, y realmente me gustaba despertarme con ella durmiendo a mi lado.
Anthony no estaba, así que me levanté tratando de no despertar a Selina y salí de la tienda. Estaba afuera, cerca de la casa, jugando con la espada de madera que había pertenecido a "Pequeño".
Me quedé observándolo un rato y después lo saludé.
-Buenos días Anthony.
-Buenos días, ¿lo desperté?, estaba practicando lo que me había enseñado.
-No, siempre me despierto temprano. Vamos a entrenar un poco antes de empezar a trabajar…
Busqué mi espada de entrenamiento que había dejado cerca de los materiales de la construcción de la casa y me acerqué a Anthony que me esperaba obediente.
-Lo primero que hay que hacer es aprender la postura, así que te voy a mostrar eso. Si bien es un poco pronto, también sé lo que les gusta a mis alumnos aprender a manejar la espada… así que te voy a enseñar.
-¡¡¡Sí!!! ¡y a pelear contra muchos!, ¡¡¡y ganar torneos!!! ¿¿Cuándo voy a aprender a andar a caballo??
-Todavía falta para eso, sos muy chico, vas a tener que tener paciencia.
-¡¡¡Pero yo ya soy grande!!!, ¡soy un paje y todo, tengo mi espada, tengo todo!
Me reí.
-Hasta que no pases mi hombro vas a seguir siendo chico para mí, y mientras tanto vas a ser mi alumno y vas a aprender poco a poco, aunque no quieras.
Se cruzó de brazos con todo y espada y puso cara de pocos amigos.
-Si no te defendés, te voy a golpear…- dije poniéndome en postura de combate.
Él avanzó y me empezó a tirar golpes con la espada sin técnica, como era de esperar. Lo dejé desquitarse un momento y después le dije:
-Así no me vas a pegar nunca, vas a necesitar técnica para eso ¿querés aprender? ¿me vas a dejar mostrarte sin poner esa cara?
Me dejó de pegar pero siguió con la misma cara.
-No sirve de nada golpear de frente y sin técnica, eso solo garantiza una muerte segura. Los mejores golpes se concretan partiendo de una buena postura.
Le mostré como tenía que parararse y esperé que me imitara.
Él empezó el ejercicio pero no de muy buena gana, aunque no le gustara iba a tener que entrenar empezando por lo básico. Le fui corrigiendo la postura hasta que lo empezó a hacer bien.
Poco después se olvidó y su cara cambió a interés y comenzó a entrenar sin quejarse.
-Maestro, ¿por que no usa martillo como Bandar?
-Porque lo mío son las espadas, aunque también sé combatir con lanza. Mi maestro combatía con espada y así me enseñó.
-¿¿Para las justas??, ¿¿ganó muchas??
-Sí, gané bastantes, y pienso ganar las primeras de Trono del Relámpago.
-¡¡¡siii!!! ¿¿¿voy a poder ir con vos a donde están los caballeros???
-Claro, ahora sos mi paje, tenés que venir conmigo siempre ¿viste alguna vez una Justa?
-No, pero escuchaba al bardo en la taberna cuando contaba sobre eso, y como los señores daban días de fiestas por los torneos, y que se comía hasta reventar
Me río cuando dijo lo de comer hasta reventar, eso era muy cierto.
-Comer no es lo más importante en los torneos, sino los enfrentamientos entre los caballeros. Aunque admito que la comida siempre es buena y abundante. Por cierto, deberíamos desayunar.
-Bueno
Muy prolijamente limpió la espada y la guardó. Encendí el fuego y empecé a preparar un desayuno de viajeros, recordé los días que había estado vagando por el continente como caballero errante, pensar que ahora iba a construir una casa para quedarme en un solo lugar por un tiempo...
Le di un plato a Anthony, dejé mi plato cerca y me dispuse a llevarle uno a Selina. Cuando entré en la tienda estaba desperezándose.
-Buenos días
-Buenos días. Te traje el desayuno.
Me senté cerca de ella y esperé que se levante para darle el plato.
-Me estas mimando mucho, y ya me estoy acostumbrando
Sonrío.
-Ya te había traído el desayuno otras veces ¿te molestó que le dijera a Anthony de dormir en nuestra tienda? Me dio mucha pena cuando dijo que había tenido frío.
-No, no me molesto, me pareció muy tierno de tu parte... me parece que te gustan los niños
Ella me besó y después agarró el plato.
-Sí, siempre me gustaron los niños ¿te sorprende?
-Bastante... no pega con tu imagen de pibe adinerado de la taberna de Patrick... pero me gusta, me gusta la cara que le pones a Anthony y como sonreís cuando él hace sus berrinches
-Supongo que soy responsable de esa imagen que la gente tiene de mí…- Me reí- Kevan era más grande que Anthony cuando lo empecé a entrenar, tenía diez años, así que esto es nuevo para mí.
-Parece que te gusta tener escuderos, ¿te gusta enseñar, no?
Empezó a comer abrazada a mí y cada tanto me daba de comer en la boca.
-Solo tuve a Kevan y ahora a Anthony, pero sí me gusta enseñar… me recuerda los tiempos en que mi maestro me enseñaba a mí.
-En un momento tuve algo de miedo... de que fueras como tu padre.... -hizo una pausa larga para tomar coraje de lo que iba a decir- pero sabía que no ibas a ser así... y esto me lo asegura
-No puedo culpar a nadie por pensar eso… sabés, siempre dije que nunca me iba a convertir en un hombre como mi padre… que irónico, lo terminé haciendo.
-Si pudiste hacer de Kevan tan buen caballero estando ebrio... quiero ver lo que lográs sobrio con Anthony
-Tampoco que me la pasaba ebrio todo el día, qué mala imagen tenés de mí…
-Esa es la imagen que dabas y querías dar... yo ahora sé que no sos así.
Le sonreí.
-¿Y cuándo lo descubriste?
-No sé... cuando prometiste quedarte a mi lado hasta que todo pasara...
-¿El día que interrumpí tu noche romántica con Ser William?
-No era para nada romantica, si esa noche- dijo y se rió.
-¿Cómo que no? Ustedes dos solos, una fogata al lado del camino, relatos de aventuras de un caballero, el frío de la noche…
-¿¿Te estás poniendo celoso Frank??
-Me cae bien Ser William… siempre y cuando no se te acerque.
-¡¡Nunca me imaginé que ibas a ser celoso!!- dijo lanzando una carcajada.
-¿Te parece gracioso? No te va a parecer gracioso cuando Ser William sea atravesado por mi lanza en el torneo- traté de parecer serio pero me empecé a reír al final de la frase.
-¡siii! me parece gracioso que el chico de la taberna se ponga celoso!! ¿que vas a hacer si me mandan a algún trabajo a solas con él?
-Si mi primo te manda con él no voy a poder hacer mucho… La realidad es que tampoco te puedo impedir estar con él si eso es lo que querés.
-Yo ya estoy con quien yo quiero, y sí, no lo pudiste impedir- dijo y me abrazó.
Por respuesta la abracé y le di un beso tierno en el cuello. Ella me besó en los labios y me empejó hacia abajo.
-No te quedes por la mitad...
Me reí.
-Está Anthony afuera… vas a tener que ser discreta- le dije y empecé a acariciarla por debajo de la ropa mientras ella me empezaba a morder el cuello y me bajaba los pantalones.
Estaba casi seguro que iba a hacer lo posible para hacerme gritar de placer por el simple hecho de divertirse si Anthony nos escuchaba, y no me equivoqué. Por suerte logré ser discreto.
-Fue un empate...- me dijo, su cara estaba roja. Yo me reí.
-Por ahora dejémoslo en un empate…
Salió de la tienda dedicándome una sonrisa mientras se arreglaba el pelo. Me vestí y salí y miré alrededor buscando a Anthony. Estaba lavando los trastos del desayuno. Le acaricié la cabeza y me dirigí hacia el fuego, mi plato de comida ya estaba frío pero aún así lo comí.
-¿Preparado para ir a buscar más cosas abajo?
Pensé que tenía ganas de ir a saludar a Balian y entrenar un poco con los muchachos. Él me miró con sus ojos abiertos de par en par.
-Hoy vamos a ir a visitar a los muchachos, y después vamos a traer algunas cosas para seguir trabajando en la casa.
Pero él estaba interesado en otra cosa...
-Maestro, ¡¿que le paso en el cuello?!
Claramente se refería a las marcas que me había dejado Selina...
-¿En el cuello? Seguro que me picó un bicho… un bicho bastante grande…
-¡pero lo pico muchas veces!, ¿esta bien?, ¿no se siente mal, no?
-No, estoy bien, seguramente no era venenoso, hay que tener cuidado con los bichos…
-¡Selina tambien esta toda picada!- dijo mirando a Selina- ¿¿los picó el mismo bicho?? ¿¿por eso no vino a comer maestro??
Me empecé a reír a carcajadas.
-Bueno, parece que había más de un bicho…
Me miró con esos ojazos sin entender nada, primero a mí, después a Selina.
-Terminá de lavar así vamos a buscar las cosas. Y tené cuidado con los bichos, parece que hay muchos.
-Sí maestro...- lavó el plato con cuidado.
Mientras me acerqué a Selina y le dije bajo para que él no escuche:
-Seguramente te estás divirtiendo bastante ¿no?
-Mucho- y mientras Anthony ordenaba las cosas me pillizcó el trasero.
-Lo imaginé ¿bajás con nosotros?
-Bueno, tengo que ir a ver a mis hombres.
Claramente me miró para ver que cara ponía, para mí era normal siendo caballero y ayudando a Bandar con las tropas pero... me molestaba un poco que estuviera rondando por ahí con otros...

martes, 6 de marzo de 2012

El fin de la... ¿Inocencia?

“Una boda y tres más por concretarse”- pensó.

Parecía como si fuera una nueva moda en todo Poniente.

Los osos se casaban, los lobos, los Señores de la Tormenta… y sus ¡¡¡ sirvientes!!!

Hasta hace unos meses el tema le hubiera resultado divertido, y hasta entretenido en estas tierras lejanas al amparo de los dioses.

Pero ahora no.

En estos momentos sólo la llevaba a enfrentarse a un conflicto que no sabia que tenia.

Tomo un sorbo de vino y se hundió un poco en el agua caliente de la tina de baño.

Cuando estaba en su hogar todo lo que decía su padre o su tío, tenia sentido.

Nadie cuestionaba cómo eran las cosas o serian en algún momento.

Las niñas Lannister eran señoritas nobles que se casaban “bien” y daban a luz lindos herederos, que ataban a sus padres a la sangre del león.

Los niños Lannister eran valientes y astutos caballeros, que seducían a las doncellas desprevenidas y se casaban con ladies sumisas, que sumaran poder al Señor de la Casa.

Los niños Lannister eran guerreros en los campos de batalla, en la Corte, en la cama… donde fuera necesario, sin importar su sexo o edad.

Obviamente, no existía ser viviente que admitiera esto en voz alta, y sin embargo, así fue criada Rowan y hasta que puso un pie en la maldita bola de nieve, llamada “Norte”, jamás se le habría ocurrido cuestionar ni una de sus clases, horarios, rezos o costumbres.

“Mierda”- blasfemo dándole un golpe al agua.

En las Tierras del Invierno los únicos límites que parecían existir eran justamente los que imponía el clima, por lo demás… Mientras fueras útil en algún mínimo sentido, eras siempre bienvenido y tendrías comida, vino y ropa asegurada.

Se miro las manos, tenía varios pinchazos y pequeños callos por coser atuendos para la servidumbre y los campesinos.

Suspiro con frustración y eso le produjo dolor en el labio que tenía partido gracias a las prácticas con Ser Ector: Esquivo mal un golpe y ¡Pum! de boca al piso.

Se toco la mejilla y noto que aún quedaban muchas costras.

Se hundió completamente en la tina, recordando cómo se habían preocupado los Blackstorm al verla aparecer a la hora de la cena… Hasta que escucharon la historia de labios de un avergonzado Ser Ector (¿Para qué mentir? Lord Bandar ya la había visto arriba de Ser Kevan tratando de asestarle un golpe que le doliera).

Los norteños comenzaron a dar consejos sobre cómo mantener el equilibrio, aumentar la resistencia, cómo reforzar una armadura de cuero para una dama y sin poder evitarlo, burlarse de ella.

Sin embargo, al parecer NADIE, ABSOLUTAMENTE NADIE, pensaba que esa no era una actividad para una dama.

Sus observaciones y chistes iban todos dirigidos a que pudiera perfeccionar su técnica, no a desalentarla.

Resurgió del fondo de las aguas y abandono la bañera.

El frío se le clavo en los huesos y la obligo a refugiarse bajo las mantas de su cama.

¿Qué diría su familia si supiera todo esto?

Los Toyne tal vez no objetarían demasiado, en Dorne las mujeres eran educadas para ser “ágiles y astutas como serpientes”. O eso había escuchado.

Los Lannister eran los que ocupaban, o mejor dicho preocupaban su mente.

Siendo una niña, le había preguntado al padre que la amaba más que nada en el mundo, si cuando creciera le regalaría una flota para emular a Aegon, el Conquistador y tomar las tierras del otro lado del Mar Estrecho, así él tendría una Casa para gobernar y ella seria reina.

Kevan Lannister paso de emoción a la precaución y le contesto: “Nosotros nacimos para ser parte de la manada, no para lidérala”.

Poco después conocío a Cercei y Jaime, y comprendió que él tenía razón.

Cercei seria una Reina Perfecta y de Jaime se escribirían miles de canciones, contando su excelente desempeño como Señor de la Casa Lannister, y seguramente, como Mano del Rey.

En las Tierras del León, todo lo que decían su padre y su tío tenia sentido.

Aquí no.

Se sentó en la cama y empezó a cepillar su cabello “cien veces” para que brille y se dio cuenta que era un habito que tenia para lucir “más bonita” y casarse “bien”.

Tiro el cepillo y le grito “¡No me quiero casar!”.

Las lágrimas escurrieron por sus mejillas, como los pensamientos por su cabeza.

“No me quiero casar porque TENGO que hacerlo, no me quiero casar para poder ser HONORABLE, yo soy HONORABLE, no me quiero casar para que me digan lo que puedo o no hacer, yo tomo buenas decisiones, quiero poder aprender a pelear sin esconderme, conocer todos los reinos de Poniente, quiero cruzar el mar… Quiero tener mi propia CASA sin que nadie me este diciendo qué hacer a cada paso”.

Ella sabía que en el Norte era una ficha en un juego, pero aquí ella tenía ingerencia en las leyes del juego… ¡Y no pensaba abandonar esa posición!

Se hizo un ovillo bajo las mantas, mirando hacia la ventana, casi con nostalgia e imagino que si fuera varón, saltaría por la ventana y se convertiría en un caballero errante, con un estandarte donde ronronearía un gatosombra.

Los parpados le pesaban por la angustia, la ventana se hacia cada vez más borrosa en la penumbra… y en sus sueños, ella corrió con el viento… se hizo viento para impulsar barcos al otro lado del mar, donde los leones no la alcanzaban, donde sus garras no armaban jaulas a su alrededor… Donde ELLA era la Jefe de Manada.