domingo, 15 de abril de 2012

Pensamientos Perdidos

El tiempo lo ha cambiado todo, o tal vez, jamás vi con tanta claridad los millones y millones de hilos interconectados que unen a las Casas de todo Poniente.

Tal vez creí entender cómo se jugaba, y la verdad es, que sólo sabia cómo se manifestaba el juego en mi Casa.

En fin, soy una pieza del juego, y aunque nadie me haya leído el reglamento, estoy dentro, y debo empezar a hacer mis propios movimientos, antes de que me sigan usando.


Jugué.

La deuda esta pagada.

Use todo lo que aprendí junto a Eleine y dome una parte escondida de la leona.

Ahora ella y yo estamos en paz.

Podría decirse que lo disfrute, pero esperaba “algo más” y no lo hubo, sólo fue pasión, dominación y triunfo.

No sé qué más esperaba… Quizás entender las risitas tontas de las recién casadas o ver nacer un sentimiento mayor de posesión sobre mi prima, más nada de eso sucedió.

Al salir de su cuarto, aún estaba allí Jaime, como desde el momento en que entre, aunque por unos segundos no lo reconocí. Sólo vi a un muchacho más alto que yo, ancho de hombros, con el cabello rubio cubriéndole el rostro.

Iba llamarlo por otro nombre, cuando me miro, y encontré el espejo de mis ojos en él. Mismo color, igual curvatura, casi la misma infinita cantidad de pestañas adornándolos y ese destello de cinismo.

“Nada de luces de picardía y sonrisas sentidas. Un seductor y estudiado cinismo”- me dije.

Se me acerco y acunando mis mejillas en sus manos, me beso.

Le respondí. No estoy segura si a él, o a la persona que jamás besaría, pero me aferre a él como si nunca fuera a soltarlo.

Me alejo con delicadeza y susurro: - Ahora eres una de nosotros.

Con gran certeza y convicción le respondí: - No.

La lealtad es muy importante para mi familia.

Por mucho tiempo creí que la lealtad implicaba guardar secretos y arreglar las “indiscreciones” de la Casa.

Ahora sé que la lealtad implica “salvar” a la familia de sus indiscreciones, y que “familia” no sólo significa sangre, sino también amigos.

Espero haber hecho lo correcto al hablar con Bandar y Kevan.

¡Ojala! Mis decisiones lleven a estrechar lazos y no a crear desconfianza e intrigas.

Kevan pareció estar interesado en dejar atrás esta cacería de “leones y flores”, no obstante, con los Tyrell y sus espinas, nunca se sabe… Además de que es un tonto que no se toma NADA en serio.

¡Debería dejar que Robert Baratheon lo matara!

Tengo que hablar con ese hombre y ver si seria capaz de matar suciamente por una mujer… Y debo hacerlo antes de que el retrasado de Kevan lo rete a duelo, apadrinado por el terco de Ser Frank.

“No se puede evitar que el sol salga por las mañanas” y ¡un cuerno!, maldito sol que casi termina siendo la bandera de ese loco caballero.

Bandar se tomo en serio lo que le conté, lo malo es que no sé si confía en mi o mi Casa.

Los Lannister tenemos mala fama, pero de ahí a conspirar contra el rey… ¡Eso es alta traición!

Si da muestras de no creerme, me voy a ofender. Es más, ya debería estar ofendida por darle a entender al rey que soy su amante.

Ya me rechazo la mitad de las Casas de Poniente, lo que me falta es que rechace la otra mitad por creerme la amante de un Señor Menor.

¡Casamiento! Es en lo único que la gente habla cuando me ve.

“¿Cuándo te casas Rowan? ¿Con quién te casas? ¿No estas grande para estar soltera? ¿Qué paso con el joven Ned Stark?”.

¡Por los Siete! ¡¿Qué les importa?! ¿Por qué me tengo que casar? Soy muy buena administrando, le sumo a las arcas bastante dinero por mes, me comporto casi como una dama, ¿Qué más quieren?

¿Hijos? Hijos pueden tener mis primas o ahora que mi padre se volvió a casar, mis hermanas.

¡NO ME QUIERO CASAR! Y estar atada a las órdenes de un marido y complacerlo como una esclava.

¡Mierda! Sí, quiero hijos… Lindos niños como Anthony y Catheryn.

Si tan sólo pudiera asentarme en el Norte y expandir las casas comerciales Lannister, ganar mucho mucho oro, existiría la posibilidad de que me dejaran vivir en paz,

a mi manera, y podría pedirle a Ser Frank su hija Catheryn como aprendiz… vería a Anthony crecer… llevaría a las gemelas Blackstorm a visitar otras cortes…

¡Ay! Creo que mis días de libertad se están acabando.

Hablar con Eleine es primordial, tengo que saber si obtuvo algún tipo de información sobre los secuestradores de mi tío.

Quiero estar segura que no esta relacionado al hecho de que comerciemos con la Casa Blackstorm, y que sólo es contra los Toyne.

Los malvivientes no se han puesto de nuevo en contacto conmigo.

¿Y si todo era una distracción dentro de este entrecruces de conspiraciones?

Hay demasiados datos alrededor de una Corte que hace unos meses ni existía, y ahora esta muy bien surtida de destacadas personalidades, ¡hasta esta el rey!

Primero fue la septa Fawn, ahora tío Emir, no puedo dejar que el Norte siga robándome a mis seres queridos.

El tiempo ha cambiado todo, incluyéndome a mí.

Soy más alta, se afino mi cintura, las redondeces de mi rostro se han afilado y la niñez que traje desde Lannisport, se esfumo con el primer ataque de los Caminantes Blancos.

Me distraje en las tareas de todos los días, y perdí a la niña que vivía para defender cada rizo de oro de su princesa de cuento.

Los cuentos que existen no son los de príncipes y princesas, sino los de noches obscuras, frías y amenazas blancas.

Llegue al baile para darme cuenta que si bien me divertía bailar, también quería saber asestar un puñetazo, conocer otros paisajes, y no sólo el que me mostrara la ventana del castillo de un galante marido.

Entre al salón de baile y me di cuenta que no todo era satén y terciopelo, que las doncellas en general estaban llenas de amantes, y los lores y caballeros, se prostituían por mucho menos que las chicas de Patrick, y con menos buenas razones.

Si todo fuera blanco y negro, preferiría el campo de batalla, sin embargo, allí tampoco se sabe con certeza, quién tensará tal o cual hilo, y hará caer a todos sus banderizos.

Diría que estoy confundida, pero es un lujo que no puedo darme, estoy aquí para tomar decisiones y ruego a los dioses nuevos y antiguos, no equivocarme.

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