Anthony iba
adelante como siempre, Donovan sin embargo estaba atrás de su hermana. Iba
mirando todo sorprendido, y yo los iba mirando a ellos, ya conocía la ciudad,
había vivido allí por más de seis años, y sin embargo, ellos eran mis hijos y
no los conocía… me los habían quitado once años de sus vidas, iba a tener que
recuperar el tiempo perdido de alguna forma…
Anthony
intentó hacer que Donovan fuera más rápido pero sin demasiado éxito, él se
frenaba a ver todo. Anthony se adelantó
solo así que le dije:
-Anthony no
vayas tan rápido o te vas a perder
-Está
bieeeeennnn
Quería
llevarlos al parque pero recordé que en esa zona había pasado la batalla, no
iba a ser algo bueno para ver, así que fuimos al puerto.
Katherine
también iba mirando todo, pero parecía más acostumbrada que Donovan.
-¿Te gusta
la ciudad Katherine?
-¡¡Sí!! Antes
no me dejaban salir de la fortaleza
-¿No? Pero
parece que a vos no te sorprende tanto como a Donovan
-Es que a él
no lo dejaban salir de la celda
-¿Vivía en
una celda? ¿Lo tenían prisionero?
-Sí
¡Ese
infeliz, lo había mantenido encerrado en una celda!
-¿Había
hecho algo malo?- le pregunté.
-Es como
yo... pero Lucias decía que peor...
-¿Como vos?
¿Y cómo sos vos?
-Era una
Flower, los bastardos
Suspiré.
-Ustedes no
son bastardos, son hijos míos y de Lythene
-Por eso
dije era una Flower
Le sonreí.
Tenía que empezar a aprender algunas cosas, que los hubieran criado así no
significaba que fueran tontos ni mucho menos.
-Sí... y yo
me tenía que ver tan linda como una...- dijo Donovan.
-Querrás
decir lindo, y no te veías muy lindo con un vestido debo decir... Pero vamos a
solucionar eso hoy…
-¿Otros
colores?
-Claro que
no, no vas a usar vestidos de niña, un Blackstorm no usa vestidos. Vamos a
comprarte ropa dignas de un hombre Blackstorm.
-Está bien
Fuimos al
puerto, ver sus caritas de asombro al ver el mar… Lythene, ella se parece tanto
a ti… Yo no miré el mar, ya lo conocía, me quedé mirándolos a ellos. Me sentía
bastante raro allí, con ellos, ser padre de dos niños de once años de repente,
pero no me disgustaba la situación.
Bajaron a
tocar el agua, yo los seguí, Katherine me dijo:
-Está muy
fría
Y si hubiera
tenido el poder para calentarla lo hubiera hecho sin pensarlo.
-Sí, el agua
del mar en el norte es muy fría, pero cuando volvamos a casa habrá un baño de
agua caliente esperando. Pero todavía nos falta recorrer mucho antes de
regresar.
-¿A dónde
vamos papa?- le preguntó Anthony- él me había preguntado si podía llamarme así
y cómo podía negárselo…
-Creo que es
hora de ir a comprar juguetes ¿qué dicen?
-siiii-
dijeron a coro Donovan y Anthony.
-Bueno,
entonces vamos.
Le pregunté
a Selina:
-¿Querés que
la lleve yo un rato?
-Está bien-
dijo algo reticente a entregármela- pero tene cuidado...
-Ya sé que
no estoy acostumbrado a llevar a un bebé pero creo que puedo hacerlo sin
problemas
Le sonreí y
la besé.
-¿Y vos vas
a querer una muñeca?- le preguntó Selina a Katherine.
-Yo quiero
una espada- le respondió.
Me empecé a
reír hasta que Donovan preguntó:
-¿Y yo puedo
tener una muñeca también?
Anthony lo
miró muy raro, yo pensé que me hubiera gustado revivir a Lucias para matarlo
personalmente…
-¿Que....?
...nunca tuve juguetes… ¿no puedo tener dos cosas..?
-Claro que
no tendrás una muñeca, esos son juguetes de niña. Creo que un tiempo o voy a
dejar que juegues con Milwyn y Aywin...
Esas dos
niñas se iban a divertir con él como si fuera su propia muñeca…
-Vamos a
comprarte muchos juguetes, pero muñecas no- afirmé.
-Ah bueno,
¿y que hay además de espadas y muñecas?
-Será mejor
que lo averigües por vos mismo, vamos
Fuimos al
mercado, sabía que no había jugueteros en la ciudad pero sí varios artesanos
que vendían juguetes, caballos de madera, casitas, muñecas, soldados de madera…
Jamás me había detenido a mirar siquiera pero sabía que allí estaban.
Anthony
miraba las espadas, los mazos y otras armas de juguete, Katherine solo agarró
una muñeca y Donovan tenía un dilema ya que quería todo lo que veía…
-Parece que
vamos a llevar la muñeca- le dije al vendedor y él asintió.
Donovan
agarraba todo y lo miraba, sin decidirse por nada.
Anthony
probó varias espadas hasta elegir una, me di cuenta de que entre todas las que
había era una de las mejores para usarlas en el entrenamiento. Donovan sin
embargo miraba las que eran más de decoración.
-¿Anthony ya
elegiste?
-¡Sí! ¡Esta!
-Bueno, hay
que agregar la espada- miré al vendedor.
Selina había
agarrado una sonaja y Catelyn la miraba fascinada.
-Creo que a
Catelyn le gusta lo que elegiste vos, vamos a tener un problema... No hay dos
Me reí y
Selina sonrió. Catelyn me tiró de la barba.
-No no no
hagas eso...
Catelyn
ahora estaba fascinada por mi barba. La tiraba y se reía.
-Voy a
necesitar ayuda acá...- y la miré a Selina.
Selina se
estiró para agarrarla mientras se reía.
-Parece que
le gustan las cosas que brillan- dijo entre risas mirando mi barba desalineada.
-Me vas a
tener que ayudar a cortarme la barba... o alguien lo va a hacer por vos pero
arrancándola.
Selina se
rió aún más.
-Qué bueno
que encontrara una profesión de tan joven.
Cuando
Catelyn me soltó volví con Donovan, que seguía todavía indeciso.
-A ver si te
puedo ayudar con eso.
-Bueno...
Agarré la
espada que estaba mirando y me alejé un poco para blandirla.
-Es un poco
liviana para entrenar…- le dije.
Muchas veces
mi maestro me enseñaba así, me permitía aprender por mi cuenta, así que esperé
a que Donovan hiciera memoria entre todas las espadas que había probado si
había una más pesada.
-Esa me gusta,
y esa, y esa y esa, y esta y esa y esa
Me marcó
todas una por una.
-Bueno, pero
vas a tener que elegir una…- le dije.
Solté la
espada que estaba probando y agarré otra de las que sí podían servir para
entrenar. Donovan agarró de nuevo la espada que yo había dejado y dijo:
-¡No ya sé! Esta
¡está quiero!
-Donovan
vení te quiero mostrar algo- le dije.
Le tendí la
mano para que me diera la espada y tomé las dos. Me arrodillé junto a él y le
dije:
-Mirá esta
espada, el tipo de madera, es mucho más frágil que esta. Con suerte esta espada
va a aguantar dos golpes antes de quebrarse.
Él me miró
prestando mucha atención y asintió.
-Esta, sin
embargo, es de madera más resistente, no tiene tantos nudos como la otra- le
marqué las diferencias para que las viera- Además hay otra cosa que tenés que
prestar atención. El tamaño de tu mano y el tamaño del mango, y por último
tenés que sentirte cómodo con la espada. La espada y el caballero que la porta
tienen que ser uno, la espada es una extensión más de tu brazo- le di la espada
buena para que la agarrara- Esto es ahora tu brazo- y le marqué toda la
extensión del brazo incluida la espada.
Asintió y la
probó, se notaba que nunca había tenido una espada en la mano.
-Pero quiero
esa...- dijo señalando la primera. Pensé que todo lo que había dicho era en
vano, pero tenía que tener paciencia.
-¿Qué te
gusta de esta?- le pregunté.
-Es la
primera que papá probó para mí...
No existen
palabras para explicar lo que sentí en ese momento, era una felicidad que pocas
veces había sentido…
-Bueno,
entonces llevaremos esta, para que la uses en el entrenamiento, y esta como
recuerdo de tu primera lección para convertirte en caballero ¿Qué te parece?
Asintió muy
rápido.
-Siii por
favor- dijo abrazándome.
Yo también
lo abracé y me quedé así un rato con él.
-Bueno,
ahora solo falta que Kath elija la suya- y la miré pero ella no me respondió- ¿No
querías una espada?
-Comprale
más cosas a Don- dijo negando con la cabeza - él no tuvo juguetes.
Me acerqué a
ella y me arrodillé a su lado.
-Sos muy
buena, y por eso te voy a regalar una espada, quiero que los dos tengan lo que
quieran. No quiero que se priven de nada. Además, vas a necesitar una para
cuando empecemos a entrenar.
Asiente y me
señaló la espada más grande y ornamentada.
-Quiero esa.
-Es muy
bonita, pero no vas a poder sostenerla al principio porque es muy pesada, así
que también vamos a llevar otra hasta que puedas con esa.
Busqué una
espada de entrenamiento que ella pudiera usar y le pregunté:
-¿Te parece
bien esta?
Ella
asintió. Me miró con esos ojos celestes, iguales a los de su madre y que me
trasmitían la misma paz. Le sonreí y me acerqué para darle un beso en la
frente.
Ella me dio
un beso también y después de unos segundos de quedarme petrificado por la sorpresa,
me incorporé y le acaricié el pelo.
-¿Anthony
vos querés algo más?- le pregunté.
-mmmhhh no,
estoy bien
-Bueno creo
que por hoy eso es todo- le dije al vendedor
-Son 260
peniques.
Le dejé el
doble de lo que valía todo, era muy poco por haber hecho esos objetos que
hicieron felices a mis hijos.
Fuimos al
parque que quedaba cerca de la Fortaleza seguramente era el único que quedaba
que no había sido afectado por la batalla.
-Agradezco
que Luca me dijo que tenía que hacerme una casa grande
Me reí y por
primera vez, después de varios meses agitados, me senté a descansar, sin pensar
en nada, solo mirando como Donovan y Anthony corrían por el parque, mirando a
Selina jugar con Catelyn y disfrutando de la vista que me daba mi hermosa
Katherine.
-¿Te gustan
las montañas Katherine?
-Sí
-Nuestra
casa está en medio de las montañas, muy alto. Hay que caminar mucho para llegar
desde el pueblo, pero la vista desde allí me gustó desde la primera vez…
-Debe ser
muy lindo, ¿cuándo vamos a ir ahí?
-Será
pronto, primero quiero que conozcan a su tío y tía, y a sus primos. Ustedes
tienen cinco primos, hijos de Bandar y Mildred. Milwyn y Aiwin son dos gemelas,
tienen ocho años. Christopher es el heredero de la casa y todavía es un bebé,
tiene casi dos años. Y tienen dos primitos más de un año que también son
gemelos Nathaniel y Beatrix.
-Que familia
grande, ¿tenemos que servirles?
-Claro que
no, ellos son nuestra familia. Ya no vas a tener que servir a nadie, solo vas a
tener que preocuparte por jugar, divertirte y estudiar. Podés ayudar también
con las tareas de la casa, pero solo las que quieras hacer y que te gusten. ¿Te
gusta cocinar?
-Nunca
cociné.
-Quizás te
guste, a tu mamá le gustaba. Anthony y yo cocinamos a veces, y Selina también,
cocina muy bien. Selina y yo te podemos enseñar si querés.
-¿Vos sabes
cocinar?
-Sí, no es
mi mejor cualidad, pero cocino
-¿Y cuál es?
-Eso no
estaría bien que lo diga yo, espero que con el tiempo me conozcas y puedas
descubrirlas- le sonreí- Como yo también espero conocer las tuyas. Me dijiste
que te gustaba cantar…
-Sí, me
gusta, Lucias decía que tenía la voz de mi madre
-¿Cantarías
algo para mí?
-¿Que querés
que cante?
-¿Sabés la
canción del Sol y la Luna?
Esa canción
le gustaba mucho a Lythene, pero ella negó con la cabeza, parecía no conocerla.
-Bueno
entonces una que te guste a vos
Empezó a
cantar una canción que conocía y sabía que era de los Frey. No me molestó, era
lo que le habían enseñado. Cuando ella terminó de cantar yo empecé a entonar la
canción del Sol y la Luna, ella me prestó atención.
-Cantás feo
Eso me hizo
reír mucho.
-Sí, tu
madre decía lo mismo
-A ver,
cantá "ahhhh"
Le hice caso
y escuché a Selina reír por lo bajo, trató de disimularlo pero no lo consiguió.
-¡Hey! no te
rías, estoy tratando de aprender a cantar...
-No hables-
y me pegó un golpecito en la rodilla- ahora "do"
Sabía la
técnica eso significaba que le habían enseñado a cantar.
-doooo
Ella me
empezó a enseñar y cada vez que me distraía mirando a Anthony o a Donovan me
daba un golpecito para que me volviera a concentrar.
Cuando
emprendimos el regreso a casa Selina me dijo:
-Vas a
terminar siendo todo un bardo
-¿Te parece?
Quizás tenga habilidades que nunca creí tener- la miré a ella y después a la
bebé- Parece que vos también.
Selina le
dio un beso a Catelyn.
-Yo puede
ser, pero vos aúllas como perro.
-Bueno, algo
malo tenía que tener.
Ella se rió
y sin que ninguno de los nenes lo noten me agarró el trasero.
-Es verdad,
tenés otras cosas que lo compensan
Me reí y la
besé, Catelyn aprovechó para agarrarme la barba.
-Cate no
hagas eso... Creo que hay alguien que le gusta demasiado mi barba…
-Sí a mí- dijo
Selina y me volvió a besar- esta noche no te salvas por más hijos que tengas.
-Y quiero
tener uno con vos así que me voy a esforzar
-¿Un qué?-
preguntó Anthony.
-Un hijo
-¿y cómo
tenés uno?
Me quedé
pensando un rato… no sabía bien que responder así que inventé algo.
-Un cuervo
lo trae de la Ciudadela- dije tratando de sonar lo más convincente posible.
-¿¿Pero los
cuervos no se los comen??
-Claro que
no, los entrenan especialmente.
-¿Quién los
entrena?
Selina se
divertía escuchando mis excusas.
-Los
entrenan los maestres
-¿Y de dónde
sacan los maestres los bebes?
-Me temo que
eso no lo sé, no soy un maestre, habría que preguntarle a Luca
-¡Bueno!
Pensé que
hasta que viéramos a Luka seguramente se iba a haber olvidado y sino… bueno,
era problema de Luca.
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